Télam sin censura: Una desmentida poco entendible

jueves, 14 de junio de 2007

Una desmentida poco entendible

La noticia figuró en los diarios. El dirigente del SOMU Omar Suárez dio la nota cómica de la delegación argentina cuanto, presuntamente, apareció borracho en una recepción que encabezaba la primera dama, Cristina Kirchner, en la embajada de nuestro país en Ginebra. Cierto o no, Télam nunca informó sobre el tema, pero se encontró con el problema de que no podía obviar la desmentida furibunda de Julio Piumato. El manual de periodismo básico indica que hay que esbozar brévemente en el téxto de desmentida de qué se está hablando, como para que se entienda. La opción de la agencia fue poner la desmentida pero sin aclarar en ningún momento cuál era el hecho injustamente achacado a Suárez. Lo que sigue es el cable publicado por la agencia.

AHSIN256
R POLBT 06-14 00164
[1]TOD

OIT-SUAREZ/

PIUMATO DESMIENTE EPISODIO RELACIONADO CON DIRIGENTE MARITIMO

Buenos Aires, 14 de junio (Télam).- El dirigente judicial y miembro de la Confederación General del Trabajo (CGT), Julio Piumato, desmintió hoy un episodio que involucraba al titular de los marítimos (Somu), Omar Suárez, en Ginebra, adonde concurrieron por la reunión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“Desmiento categóricamente lo que algunos medios han informado sobre un episodio que nunca existió: en ningún momento se produjo el hecho en el que se lo involucra al secretario general del SOMU, Suárez“, dijo Piumato, en un comunicado.
El dirigente de los judiciales amplió la declaración: “Es una mentira total, y todo aquel que participó del encuentro con la senadora Cristina Kirchner confirma que el escándalo que se menciona nunca sucedió“.
“Todo esto me parece una barbaridad, no hay derecho actuar con este nivel de impunidad“, añadió el integrante del consejo directivo de la CGT. (Télam).-

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No se puede tapar el sol con las manos

A casi dos años de la designación de Martín Granovsky como presidente del directorio de la agencia estatal de noticias Télam S.E. y a un año ya de una paz social que sólo cumplimos los trabajadores, una masiva asamblea general del personal aprobó volcar en un blog de internet la información que esta gestión censura. Muchas veces hemos denunciado los atropellos laborales y periodísticos de una empresa que, lejos de ser el fiel de la balanza de la información pública, se empeña en poner una de las estructuras periodísticas más poderosas del país al servicio de los intereses de un par de neopolíticos advenedizos, que quieren forjar una carrera desde aquí. Un añejo axioma de las redacciones, que comprenden aún quienes no se desempeñan en el área periodística, dice que no se puede tapar el sol con las manos. Sin embargo, la gestión Granovsky perpetra a diario el intento y fracasa estrepitosamente cuando la realidad le pega de lleno. El problema es que no es este ex periodista devenido en funcionario el que fracasa, sino esta empresa, en la que trabajamos cientos de personas que intentamos, aún con nuestros errores y defectos, hacer las cosas bien. En estos casi dos años mucha agua corrió bajo el puente de la gestión Granovsky, desde aquella bochornosa operación contra el dirigente del ARI Enrique Olivera, encargada a un personaje sindicado como “servicio” que apareció de la mano del presidente de Télam y desapareció silenciosamente para tapar el escándalo. Hay cientos de anécdotas, pero tal vez una de las que mejor pinta a la gestión Granovsky es la cobertura del multitudinario acto del 25 de mayo de 2006, en el que el presidente Néstor Kirchner lanzó su convocatoria a una “concertación plural”. La impresionante movilización desde todo el país reunió en la Plaza de Mayo cerca de 300.000 personas. El propio jefe de Gabinete, Alberto Fernández, declaró ese mediodía que se habían congregado 350.000 personas. Télam, por orden directa de Granovsky, que sobrevolaba la plaza en un helicóptero, publicó que eran 500.000 y fue el hazmerreír de todos los medios. El desborde emocional de un funcionario dio por tierra con una cobertura que había sido buena. Télam navega sin rumbo por la mar informativa. A diarios se cometen errores groseros perpetrados por jefes y editores cuyo único mérito para ejercer esa función es haber “carnereado” hace un año el paro de 38 días convocado por el despido arbitrario de dos trabajadores. Así, la agencia reinventó el Imperio Austrohúngaro, que sucumbió con la primera Guerra Mundial; puso en boca del Presidente declaraciones nunca realizadas, hecho por el que Granovsky denunció un boicot de los trabajadores que el mismo se niega a investigar; y también atravesó por todos los “controles” un material que en la primer reunión por las crisis de las pepeleras, en Madrid, ponía en boca de la delegación argentina la postura de Uruguay. Tendremos que vencer la autocensura, que luego de tanto tiempo es inevitable que haya aflorado, y las persecuciones internas, que siempre estuvieron a la orden del día, pero estamos decididos a informar, a contar con criterio periodístico ecuánime aquello que la lógica de ser más papistas que el Papa decide no mirar. Como trabajadores de prensa estamos convencidos de que flaco favor se le hace desde Télam a un gobierno que ha hecho cosas importantísimas para el país y al que muchos de nosotros respaldamos. No queremos jugar en ninguna interna de poder ni incidir en designación alguna, simplemente queremos mantener en correcto funcionamiento nuestra fuente de trabajo, hacer útil y creíble a esta herramienta informativa. "No puede haber libertad de expresión si los periodistas ejercen su profesión en un entorno de corrupción, pobreza o temor"Declaración de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) Comision Gremial Interna Trabajadores de Télam

Lo que Granovsky hace, al margen del servicio

En esta página vamos a hacer lo que Martín Granovsky dice pero no hace.Cuando asumió la presidencia del Directorio, el 8 de agosto de 2005, Granovsky proclamó solemnemente en la Casa de Gobierno: “Télam tiene que ser absolutamente honesta en términos administrativos y en términos de gestión y en términos intelectuales. En Télam no va a haber tergiversación de nada (...), en Télam no van a haber mentiras”.Aquí vanos a poner en evidencia ese contraste entre las palabras y los actos a futuro pero también con una apretada pero elocuente recapitulación de casos salientes.- A comienzos del año pasado fueron despedidos el periodista Hernán Pereyra, un editor de Télam, y Jorge Azar, jefe de contaduría. En el primer caso Granovsky alegó como excusa un supuesto cachetazo sin testigos y en el segundo, “graves irregularidades” y hasta “posibles delitos” que, según afirmó, iba a denunciar a la justicia.La cesantía de Azar terminó con la el pago de la indemnización que establece la ley, un desenlace equivalente a la admisión por parte de la empresa de la ausencia de causa. Nunca fueron denunciadas a la justicia las pretendidas “irregularidades” o “posibles delitos” esgrimidos en forma reiterada por el presidente del Directorio en declaraciones a la prensa durante los 38 días del paro de que rechazó esas cesantías persecutorias, lo que prueba la falsedad de las acusaciones.Pereyra fue denunciado a la Justicia Federal, igual que el periodista Pepe Monzón por negarse a convalidar la trama urdida por el presidente y el vicepresidente del Directorio que lo presionaron para que declarara que el primero le había dicho que le había dado el alegado cachetazo a Granovsky.También Monzón fue acusado ante la Justicia Federal, en este caso por falso testimonio a raíz de su negativa a respaldar la denuncia de Granovsky contra Pereyra y sostener la inconsistente causal invocada para este despido. Todo esto fue un montaje que incluía al menos otros dos despidos sin causa, revertidos por la reacción de los trabajadores de Télam mediante el paro por tiempo indeterminado.Que las denuncias contra Pereyra y Monzón estén radicadas en la Justicia Federal es inconcebible para la generalidad de los abogados que consultamos, ya que nada justifica la jurisdicción de excepción para las figuras invocadas y tan endeblemente sostenidas. En la causa contra Monzón, sobre esta circunstancia y en torno al auto de procesamiento deberá ahora pronunciarse la Sala 2 de la Cámara Federal.Pero hay más: la SIDE hizo escuchas telefónicas a numerosos periodistas de la agencia en la investigación del supuesto cachetazo, en parte transcriptas en el expediente de la causa contra Pereyra. Un procedimiento previsto para reales casos federales (narcotráfico o secuestros extorsivos, por ejemplo) se utilizó aquí provocando un daño mayor (a la privacidad) que el que podría derivar del supuesto cachetazo.En tanto, es Granovsky quien debería ser investigado por falso testimonio. En febrero último, al insistir en su denuncia contra Monzón tras un fallo que dispuso la falta de mérito, el presidente del Directorio argumentó que esa acusación tenía como marco el supuesto sabotaje, también llevado a los tribunales por el presidente del Directorio y que investigaba el juez federal Ariel Lijo desde el conflicto del año pasado.Pero el juez Lijo ya había cerrado esa causa por “inexistencia de delito”, un fallo que Granovsky no podía ignorar.Tampoco podían ignorarlo dos ex funcionarios judiciales incorporados por Granovsky a la agencia con cargos gerenciales: Federico Novello, ex secretario del juzgado federal de Urso, y Juan Pablo Sazano, que desempeñó la misma función en el juzgado federal de Galeano. Los dos siguen caminando los pasillos de los tribunales federales. Nos preguntamos con qué tipo de misión encargada por el Directorio.- A propósito del inexistente “sabotaje” con el que Granovsky pretendió judicializar el paro de 2006 contra los despidos de Pereyra y Azar, también en este punto se advierte la falta de coincidencia entre lo que el aludido funcionario dice y lo que efectivamente hace.En pleno conflicto contra esas cesantías, Télam emitió desde el piso 8 de la agencia (el del Directorio) un cable fechado en Viena que atribuía declaraciones al presidente Néstor Kirchner, luego anulado por la propia empresa. El despacho, que comprometía la relación con Tabaré Vázquez, invocaba una inexistente “rueda de prensa” de Kirchner.Esa deplorable irresponsabilidad editorial del Directorio fue llevada aún más lejos por el propio Granovsky, que pretendió atribuirla al “sabotaje”.Primero el cable fue anulado sin más explicación, pero varias horas después otro despacho sostuvo que “por una maniobra de sabotaje se emitió un cable equivocado. Se trata del sin 067 y fue anulado".En declaraciones a La Nación, Granovsky aseguró después: "La Justicia Federal ya está investigando las causas y los responsables por la desprogramación deliberada de parte de los sistemas informáticos".Detrás del cable del escándalo hay "una articulación de un sector interno y de sectores externos", declaró en esos días Granovsky a Magdalena Ruiz Guiñazú, por Radio Mitre, y aseveró que lo denunciaría ante la Justicia, aunque nunca lo hizo.Sí lo denunciamos los trabajadores en una presentación espontánea ante el juez Lijo, a quien pedimos, entre otras medidas, que investigara el origen de ese despacho que puso en boca del Presidente algo que éste no había dicho.La Comisión Gremial Interna y la asamblea de los trabajadores de Télam también exigimos una auditoria imparcial, con técnicos informáticos confiables, como los de la UTN y la UBA, sobre el burdo intento del Directorio de rehuir responsabilidades.- En cada conflicto provocado por Granovsky quedó una secuela de jefes de desplazados y compañeros de diversas áreas de la empresa apartados de sus tareas y destinados a otras de menor calificación en actitud de evidente represalia, violando el acta que firmó el propio presidente del Directorio en la Jefatura de Gabinete al final del prolongado conflicto de 2006.Como contrapartida, por regla general (hay excepciones) los ascensos y categorías otorgados premiaron a los rompehuelgas sin que mediaran evaluaciones de desempeño. Fue ésta una clara señal de lo que pretendía Granovsky: “obediencia debida”.- Volviendo al acto de asunción de agosto de 2005, cuando afirmó que “en Télam no va a haber tergiversación de nada (...) no van a haber mentiras”, Granovsky aclaró también que bajo su gestión Télam no sería “neutral”, una obviedad ya que de eso se trata la mentada “línea editorial” que practica todo medio periodístico.El caso es que en un medio público -que no es propiedad del funcionario o los funcionarios nombrados por el gobierno- la “línea editorial” debería ser combatible con su promesa incumplida de que “en Télam no va a haber tergiversación de nada (...), en Télam no van a haber mentiras”.No se trata aquí de un debate sobre la “neutralidad”, que no existe, ni de discutir su decisión, anunciada el mismo día, de que dejaba el periodismo para “ser funcionario político, funcionario público”, que es una opción personal.El problema es otro: la primera obligación de un medio público es asegurar a los ciudadanos el derecho a la información. Y Télam la incumple.Algunos ejemplos:Hacer 45 anticipos de un discurso del presidente Néstor Kirchner es una sobreactuación alcahueta y una muestra de ineptitud profesional. Sobra explicar que los anticipos se justifican cuando se trata por ejemplo de un anuncio, de una acusación o una formulación novedosa. Su sobreabundancia desorienta a quienes los reciben en los medios e indican una incapacidad para discernir qué es lo importante.Minimizar la información sobre el conflicto docente en Santa Cruz (pese al trabajo profesional de la corresponsal), lejos de expresar la mentada “no neutralidad” equivale a ocultar la realidad, mentir en la estimación del número de manifestantes y forzar a los medios a buscar esa noticia en otra agencia o con fuentes propias.Si Hebe de Bonafini declara a Télam que se reunión con el Presidente trató como tema principal la reforma de la ley de Radiodifusión y Kirchner le dijo que la impulsará después de las elecciones de octubre, relegar ese tema en un despacho de diez párrafos a los tres últimos es tergiversar lo expresado por la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.El debate político-electoral atraviesa al tema de la seguridad (de paso, una evidencia de la falasia de la “neutralidad”) pero esa circunstancia no justifica abolir los anticipos sobre numerosos hechos delictivos -que persisten por razones complejas, que también deben abordarse en el servicio- aunque hayan disminuido los secuestros extorsivos.Lo mismo podría decirse del silenciamiento o la minimización de los conflictos laborales, en modo especial si se trata de una huelga con demandas salariales como la de Perfil, ignorada olímpicamente por Télam durante más de 40 días de paro.El argumento esgrimido (balbuceado) para explicar el silencio fue que la agencia no informa sobre conflictos laborales en empresas que son clientes de su servicio es particularmente deplorable porque sitúa el derecho a la información por debajo de un razonamiento comercial.Igual de repudiable es que Télam se pliegue al tradicional silencio mafioso de las patronales de la prensa privada respecto de un conflicto en cualquiera de ellas.En cualquier caso, una agencia periodística es ante todo las noticias que emite, pero también las que omite.En todo caso, la veracidad y confiabilidad de una agencia periodística se juega en las noticias que emite y el rigor de las mismas pero también las que omite.- Otro capítulo en el que las decisiones del Directorio dejan muchas preguntas sin respuestas es el de la administración de la empresa. Cada vez que se formula un reclamo en asamblea o a través de la Comisión Gremial Interna el interlocutor patronal arguye falta de dinero.Como contrapartida, asistimos a la mayor expansión del gasto, a valores constantes, en muchos años. También a un récord de nombramientos, en especial en el renglón con altos sueldos y a la duplicación o el desplazamiento de funciones gerenciales sin sumarios ni otros motivos que lo justifiquen.Entre muchas cosas que debería explicar el Directorio, para hacer honor a la “transparencia” tantas veces explicada por Granovsky, un caso pendiente es el desmantelamiento y la descapitalización del parque automotor, en perjuicio de la fuente de trabajo de los choferes de la empresa y en favor de un servicio de remises muy costoso.Otros casos: la compra de un nuevo server desaconsejado por los especialistas propios por su escala adecuada para una pyme pero no para Télam; las ventajas del nuevo soft adquirido, que funciona con entorno Windows pero, al parecer, menos eficiente que el “viejito” para las tareas requeridas; la decisión de licitar las comunicaciones como un paquete cerrado, probablemente a la medida de una empresa pero con un gasto mayor que si se la segmentara.También es oportuno preguntarse por qué, en la licitación del servicio de correo para la agencia, se eludió al menos una consulta de precios de referencia de empresas grandes como el estatal Correo Argentino.En fin, temas para aclarar. Y seguiremos con otros.

jueves, 14 de junio de 2007

Una desmentida poco entendible

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